Você não sabe o que pode fazer um negro não, não
17 nov 2009
Poco a poco elucubramos la realidad que nos habita, aquella en la que tejemos los deseos que nos quedan. Ahí solemos encontrar de todo, a veces mucho, a veces un poco. La semana pasada vino a la escuela un grupo de chicos afroamericanos de Detroit, ellos pertenecen a una organización llamada Young Detroit Builders. La organización los ayuda a terminar sus estudios y les enseña a construir casas para que, así, puedan encontrar un oficio, pues Detroit es una de las ciudades con mayor desempleo y pobreza en Estados Unidos. Para la mayoría de ellos, venir a Dowagiac (a 3hrs de Detroit), fue su primer viaje en la vida, su primer retiro.
Fatima, Sherell, Xavier, Danyele... son algunos nombres, todos vestidos con pantalones grandes y con playeras hasta las rodillas, las cuales, en algunos casos, me llegaban a la cintura. Los chicos tienen entre 18 y 19 años y hablan un inglés cerrado que nos motivó a hablar más con ellos y aprender aquel slang tan distinguido. Sin duda un gran retiro para ellos y para nosotros. Pues los que estuvimos como anfitriones tuvimos que preparar tres días de actividades para ellos, el tema: Brasil, mi parte: capoeira. Brasil porque es algo desconocido para ellos y algo en lo que nosotros trabajamos mucho. Las actividades entonces fueron desde presentaciones sencillas sobre temas importantes, hasta profundizar en los sentimientos de cada quien. Sin entrar en mucho detalle les diré que para mi fue más que divertido convivir con estos chicos y, al final del retiro, escucharlos hablar sobre lo que habían aprendido me hizo pensar en el título que le he puesto a este post, pues esa es una canción de capoeira que les hubiera querido cantar a estos chicos que en algún punto perdieron la esperanza y la fuerza. Algunos dijeron que después de estos días habían sentido ganas de aprender nuevos idiomas, otros dijeron que debido a la forma de vida que tenemos se imaginaron viviendo en una universidad, estudiando... Pues sí, porque todos estamos hechos de lo mismo, todos debemos tener la misma oportundiad y si por alguna razón la perdemos, tendremos que luchar por ella, por encontrar aquella semilla en la que guardamos los secretos de nuestra naturaleza.
Yo les dije que había que ser escultores, sobre todo en la vida, para lograr esculpir a cada humano que nos encontramos, para lograr tomar el martillo y pasar más allá de la roca de la apariencia y así encontrar adentro la hermosa figura humana que nos habita, inevitablemente, todo el día, toda la noche.
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