Quando eu aqui cheguei a todos eu vim louvar, vim louvar a Deus primeiro e os moradores deste lugar...

7 nov 2009

Alguna vez, en alguna de las escuelas por las que pasé, me dijeron que uno debía comenzar cualquier cosa en la vida planteando un objetivo. Conforme he caminado, aprendí que la mayoría de las veces, si uno da el paso sin saber el fin, puede igualmente sentirse seguro, puede ser un buen paso, el mejor quizá. Es cierto que si uno plantea desde el principio el final del camino puede llegar a él más rápido, pero ¿quién nos dijo que había que tener prisa?
Así comienzo este nuevo blog, con ideas y razones dispersas, con justificaciones innecesarias y muchas palabras.
Desde hace tres semanas me mudé a vivir a Dowagiac, Michigan, a IICD, un instituto parte de una organización no gubernamental que pretende erradicar la pobreza en el mundo: Humana People to People. Estos días me han inundado mis sueños, aquellos en los que veía al bosque alrededor de mi, invadiéndome. Donde los animales viven como tales, viéndote como invitado. Donde las hirebas que crecen te llaman a probarlas, a buscarlas, a admirarlas; te permiten que las tomes para curarte.
La gente es de todo el mundo y de ningun lado, oímos la música más distinta y tartamudeamos un inglés bien machacado por nuestra cultura. La rutina diaria es desayunar; tomar una clase matutina que puede tener como tema cualquier cosa que se les ocurra; limpiar cada uno su área previamente designada semanalmente; trabajar en lo que te toque, promoción en mi caso; comer; seguir en tu área; hacer deporte; cenar; realizar la actividad previamente designada: ver documental, aprender a hacer cosas con bolsas de plástico, entrenar capoeira, ir al pueblo, ver la presentación de algún equipo, etc.
El trabajo comunitario aquí tiene completo sentido y es a partir del cual se basa lo que hacemos y en lo que creemos. El desarrollo que buscamos inculcar en las comunidades a las que vamos es el mismo que tenemos que aprender y llevar a cabo aquí.
Las aventuras están al orden del día, como se imaginarán, pues los riesgos son también los guías. Ayer el GPS debía guiarnos a una galería de arte donde un compañero exponía un calendario que hizo para recaudar fondos para su viaje a África. El destino, que bien podríamos llamar GPS, nos botó en un gran edificio en Kalamazoo, Michigan, dentro del cual se reunían un montón de afroamericanos a rezar en aquella peculiar forma en la que ellos lo hacen: cantando y bailando. Nos detuvimos y entramos sin dudarlo. El nombre de la iglesia es Mt. Zion Baptist Church, ¿quién no querrría entrar a ese gran templo?. La experiencia fue maravillosa, vivir esta parte tan estadounidense, donde los afroamericanos expresaron, sin mirar a Jesús, pues no había ni una sóla imagen de él, aquello que los identifica, se quejaron a grito pelado del racismo que han sufrido y alabaron a su país, pues como militares (no militantes), son orgullosos especímenes de su raza y de su patria.
Después de tres canciones salimos... llegamos al taller del arte, y regresamos admirando a los venados que nos acompañaban en la carretera, abriendo los ojos y respirando el aire aquel que hay donde los que viven no tienen nombre...o el que tienen es impronunciable.

1 comentarios:

Karla 11 de noviembre de 2009, 8:32  

Lola, qué gusto saber que estás bien. Rodolfo se quedó preocupado por tu partida. Aparte de las anécdotas que, sin duda, son interesantes, déjame aplaudir tu vocación escritoril. Será un placer leerte. Cuídate mucho.

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