Y sí... mañana nos vamos a Bahia. Ya me la estoy empezando a creer. Casi a dos semanas de viaje me doy un momento y trato de escribir en español, dirán que es una farolada, pero cuando uno está realmente inmiscuido en el mundo externo, el idioma se va disolviendo. La cosa ahora es cuál mundo externo me está envolviendo, o dentro de cuál me estoy poniendo.
El viaje por Brasil empezó hace casi dos semanas y podría decir que está casi al final, aunque para mi a penas comenzará. Hasta este punto fue todo introspección, reconocimiento y valentía; a partir de mañana será el doble, será realidad, cuidado y mandinga.
Hemos visitado organizaciones, hemos visto la televisión, hemos comido lo más que podemos, hemos extrañado nuestros nidos y hemos creado pequeños recovecos de nostalgia. Nos hemos quedado en casa de voluntarios y de madres de voluntarios, hemos vivido la pérdida y el dolor de estas madres que, como las nuestras, añoran a sus hijos que están por ir a África, queseque a salvar el mundo. De esta experiencia saco mucho conocimiento y fuerza, en estas madres veo la importancia de lo que hago, veo el corazón de mi camino. Ellas nos preparan de comer y nuestro placer ven el de sus hijas, en los miedos y en los corajes ven las manos de ellas, que están en la misma batalla. Hoy estas segundas madres nos lloran. Una noche más en el aeropuerto, una noche más de mochila al hombro, de investigar cuál es el camión con destino clandestino.
La pobreza no es distinta, la miseria no es otra, el tráfico no cobra vidas ajenas, la basura huele igual, la desgracia humana tiene el mismo nombre y las barreras son aquellas que encontramos en cualquier sistema. El voluntario no está fuera del sistema todo el tiempo, pero tiene la posibilidad de darse el lujo de ver desde la perifería la realidad, puede decidir si volver o no, si abrir la vereda utópica del cambio o si volver a consumir y a desear aquello que está hundiendo a otros.
Esta no es más que una lucha por la igualdad.
Por mi parte estoy enamorada ya de la vida rural. Aquí, en Recife, recordé el tránsito, recordé el olor a camión, el viento contaminado y caliente, recordé recordé recordé...
Bahia, tierra de esclavos, tierra de resistencia, de danza, de macumba, de capoeira. Tierra de gente invisible de ojos profundos.
todo este dolor es porque ya siento la diferencia... porque ya sé que no soy la misma... y da nostalgia, ver como aquella nena se va hundiendo en el espejo, diciéndome adiós. No soy más lo que fui, no leo libros como antes, no escribo ensayos para otros, no me preocupa tener eso o aquello... No me voy a dar mi taco, esto es un proceso lento... sólo hay que aceptarlo para que duela menos.
Veremos que sigue...
Bahia
Sao Paulo
Rio de Janeiro...
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